CARTA A LAS FAMILIAS SOBRE LA HUELGA

Estimadas familias y alumnado de mi tutoría:

Les quiero hacer llegar esta carta de manera personal, totalmente ajena al Centro, para informarles de la problemática a la que nos enfrentamos la mitad de los profesores que dan clase a sus hijos. Para ello, es necesario que todo el mundo conozca lo que implica ser profesor interino.

Los profesores interinos hemos aprobado la oposición o hemos accedido a las bolsas de trabajo de Andalucía por méritos. Cuando nos llaman para cubrir una baja en cualquier instituto de la geografía andaluza, tenemos que incorporarnos al nuevo puesto al día siguiente. Muchas veces no sabemos el tiempo que vamos a estar, pues no sabemos si vamos a sustituir a un jubilado, a una persona con una enfermedad larga, con un esguince o con una gripe. Tenemos que alojarnos en un hostal, y, si la baja es más larga, buscar un piso en alquiler o hacer muchos kilómetros diarios para desplazarnos a nuestro puesto de trabajo. En algunos casos, hay que dejar pareja o familia en otra provincia, pagar dos alquileres, comprarse un coche, cambiar a los hijos de guardería o de colegio, etc.

Durante años, la Administración no ha sacado plazas suficientes para consolidar nuestro puesto de trabajo y convertirnos en profesores con plaza definitiva, por lo que se ha ido acumulando un número tan grande de profesores interinos, que Europa ha obligado a España a reducirlo porque estaba haciendo fraude de ley. Este año, la Administración ha anunciado una oferta de empleo masiva. Tanto es así que mucha gente está preparándose las oposiciones de profesor. En junio, la mayoría de los profesores tenemos un examen que tenemos que aprobar si queremos seguir trabajando.

 

Por las tardes, estamos obligados a estudiar para la oposición. Algunos llevamos estudiando desde el pasado verano, pues nos falta tiempo, ya que por las mañanas trabajamos en el instituto y por las tardes tenemos que preparar clases y corregir. La oposición tiene un primer examen memorístico, que tenemos que aprobar para pasar a un segundo examen práctico en el que exponemos ante un Tribunal cómo damos nuestras clases cada día. Mientras que hay gente estudiando todo el día, nosotros solo tenemos las tardes, a las que llegamos muy cansados por la cantidad de energía que necesitamos invertir en las clases. Si no aprobamos en junio (aprobar otra vez, porque algunos ya hemos aprobado una o varias veces), el año que viene perderemos nuestro trabajo.

Hasta aquí, solo les he hablado de la problemática desde el punto de vista del profesor, pero esta situación también tiene repercusión en sus hijos. Sin estabilidad del profesorado, se ve perjudicada la calidad de la enseñanza. Los alumnos necesitan unas rutinas y una continuidad. Es necesario crear vínculos que perduren durante su etapa en el instituto para mejorar sus resultados académicos. Los profesores que ya trabajamos con sus hijos sabemos cuáles son sus necesidades y, por lo tanto, podemos ayudarles a sacar lo mejor de ellos mismos y a superar sus dificultades. Durante el curso establecemos estrechas relaciones personales con los alumnos que nos son asignados. Si cada año los profesores que atienden a sus hijos son sustituidos por otros profesores (en algunos casos el número de profesores nuevos supera el 50% de la plantilla) el esfuerzo que realizamos por conocer y entender las peculiaridades del centro y de los alumnos es inútil.

Los políticos hablan de un pacto educativo y de implantar un MIR parecido al de los médicos. No es posible equiparar ambos sistemas, y aunque no se sabe cómo se llevaría a cabo, lo que de momento han planteado es que los primeros años hubiera unos profesores becarios en prácticas, supervisados por otro profesor. Esto no es calidad de la enseñanza. La educación pública no puede bajar su calidad. Y los alumnos de la pública (entre los que posiblemente no esté ningún hijo de ningún político) no se merecen un sistema así. Se merecen más profesores, menos alumnos por clase para poder atender mejor sus necesidades, más medios en las aulas, etc.

Por todo lo anterior, muchos de los profesores hemos hecho huelga en señal de protesta. Las razones pueden resumirse en dos: no queremos irnos, queremos seguir haciendo nuestro trabajo (ya hemos demostrado que somos buenos profesores aprobando la oposición y en el día a día con nuestros alumnos) y, por otro lado, queremos un sistema educativo de calidad para nuestros alumnos porque con la educación comienza todo.

Desde aquí les pido su apoyo y comprensión, pues lo vamos a necesitar para cambiar las cosas. Vamos a seguir protestando para que se escuchen nuestras reivindicaciones, y no nos queda mucho tiempo antes de que se publique en el BOE la convocatoria de oposiciones. Todas las acciones que hemos puesto en marcha y todas aquellas que tengan que hacerse en el futuro son por el bien común. Gracias por su atención.

 

El/la tutor/a de sus hijos e hijas